Entrar en el mundo tan selectivo de la Fórmula Uno nunca es fácil, pero menos lo es empezando en un equipo grande. ¿Vale la pena comenzar con la presión de los campeones, o es mejor demostrar desde abajo? ¿Puede estar un debutante preparado para la exigencia de los mejores del mundo?
Cada año debutan de dos a cinco pilotos en la parrilla, pero pocos equipos grandes asumen el riesgo de darles una plaza a la primera de cambio. Sin embargo, hay veces que alguna escudería de renombre decide apostar fuerte por un piloto novato. ¿Es una buena decisión? En 2007 un jovencísimo Lewis Hamilton debutó en el GP de Australia con un McLaren puntero y Fernando Alonso como compañero. Todas las miradas estaban sobre él. La presión de correr con el equipo inglés y al lado de un recién bicampeón del mundo era mucho más alta que la de otro piloto debutante en aquel año, tal como lo fue Sutil. El resultado para Hamilton en aquella temporada superó todas las expectativas puestas en él antes de comenzar su andadura por el gran circo. Se coronó como mejor debutante de la historia al ser subcampeón, ganar cuatro carreras y conseguir ocho podios. Uno más que el subcampeón de 1996 Jacques Villeneuve, también en su primera temporada, pero en Williams. Sin embargo, las tensiones entre Fernando Alonso y el piloto inglés y sus actitudes inmaduras en la temporada 2007 hicieron que Räikkönen se alzase con el título que McLaren tuve a tiro de piedra todo el año.
Ferrari y Lotus también probaron suerte con dos novatos en los años setenta y tuvieron suerte. El italiano Clay Regazzoni debutó con la Scuderia en el año 1970 y consiguió una victoria (en Monza), tres podios y dos cuartos puestos, quedando subcampeón al final de la temporada sólo por detrás de Jochen Rindt, quien ganó el título de forma póstuma. Emmerson Fittipaldi debutó en el año 1972 con un coche inferior al de su compañero, pero cuando le dieron un monoplaza a la altura ganó el GP de Silverstone de ese mismo año, demostrando su gran potencial con un coche competente.
No obstante, no todos los debutantes de equipos grandes consiguen brillar en su primer año. El ejemplo más reciente es el de Kevin Magnussen. El danés debutó con McLaren en esta temporada consiguiendo un tercer puesto (que se convirtió en un segundo tras la descalificación de Ricciardo), y levantó una polvareda de rumores sobre la llegada de un nuevo Hamilton al equipo de Woking. Sin embargo, su rendimiento bajó notablemente en las siguientes carreras, y tras el GP de Bélgica su compañero Jenson Button ya le saca casi el doble de puntos (68 del inglés por 37 del danés).
Algunas escuderías grandes tienen un programa de formación de pilotos (Red Bull, Ferrari y McLaren entre ellas) pero mientras que unas esperan para hacer debutar a sus diamantes en brutos en el equipo principal, otras esperan a que pasen una temporada en el pelotón de la parrilla con otros equipos. Por ejemplo, Toro Rosso es el banco de pruebas de Red Bull, y le ha dado buenos resultados hasta ahora viendo el progreso de Vettel o Ricciardo, y la formación de Kvyiat y Vergne en Toro Rosso. Por no hablar de los reservas como los jovencísimos Carlos Sáinz Jr. y Max Verstappen. Ferrari tiene en su órbita a Jules Bianchi, quien es parte de la Ferrari Drive Academy y es el que figura como máximo aspirante para ocupar un asiento en Ferrari en los próximos dos años.
Es obvio que el talento juega mucho en la valía de un piloto, pero la experiencia es vital para saber aprovecharlo en un mundo que está aparte de todo lo conocido anteriormente. Apostar por unas manos inexpertas aunque hábiles puede costar el mucho dinero a las escuderías, y nunca se puede saber si el recién llegado será uno de los elegidos para explotar su máximo potencial desde el primer momento. Fernando Alonso declaró en una entrevista para Antena 3: "Los años 2008 y 2009 con Renault, en medio del pelotón, me sirvieron para mejorar como piloto". Y si le sirvieron a un ya bicampeón del mundo, no le hará daño a un recién llegado.
Ivo Ljubic @stlformulauno
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